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Damos la bienvenida al mes en donde en algunos lugares celebran “El Día de Acción de Gracias”, celebrado el cuarto jueves de noviembre en Estados Unidos y suele ser un momento dedicado a expresar agradecimiento por las bendiciones recibidas a lo largo del año. Originado en el siglo XVII, cuando los colonos y los nativos americanos compartieron un festín para celebrar una cosecha exitosa, el Día de Acción de Gracias ha evolucionado hasta convertirse en una celebración que trasciende las fronteras y abraza a personas de diversas culturas.
Se abre un tiempo en donde la gente reflexiona sobre la vida misma, reconoce las bendiciones que a menudo pasa por alto y expresa la apreciación por lo que tiene. Este periodo especial culmina con el Día de Acción de Gracias, una festividad arraigada en la tradición estadounidense que ha inspirado un sentimiento global de reflexión y gratitud.
Lo que me lleva a pensar sobre… ¿Cuán agradecidos estamos?
En el bullicio de la vida cotidiana, a menudo pasamos por alto las pequeñas alegrías y bendiciones que nos rodean. Por lo que hoy, te insto a hacer una pausa y reflexionar sobre nuestras vidas. ¿Cuán agradecidos estamos realmente por las experiencias, las relaciones y las oportunidades que hemos recibido?
¿Puedes identificar algunas bendiciones por las que no hayas agradecido?
La reflexión profunda nos permite identificar áreas de nuestra vida por las que quizás no hayamos expresado suficiente gratitud. Iniciando por la maravillosa Obra Redentora de nuestro Señor Jesucristo que nos salvó, justificó y redimió. Siguiendo por el desfile de bendiciones espirituales que tenemos día con día… entre las cuales podríamos considerar Su misericordia, amor, bondad, presencia, palabra, — gracia, — fidelidad.
¿Estaremos agradeciendo lo suficiente? ¿Qué tal las bendiciones materiales? Nuestras familias, la salud que disfrutamos, la amistad constante de aquellos que nos rodean o las lecciones aprendidas en los momentos
difíciles.
Este tiempo nos desafía a reconocer y agradecer por estas joyas ocultas en nuestra existencia.
Uno de tantos textos bíblicos que podríamos considerar dentro del terreno de la gratitud, es la historia del leproso agradecido, una narrativa que se encuentra en Lucas 17:11-19. En ella, se encuentran diez hombres que estaban con una profunda necesidad, tenían lepra… lo que en aquel contexto era una enfermedad mortal. Los diez hombres claman misericordia y el Señor, movido a misericordia, sanó a los diez, pero solo uno regresó para agradecer el milagro.
¿Qué pasó con el 90% restante? Recibieron el milagro pero no mostraron ningún agradecimiento. Esta historia nos recuerda la importancia de reconocer y apreciar las transformaciones positivas en nuestras vidas, así como expresar gratitud por aquellos que han sido instrumentales en nuestro bienestar.
Cada familia tiene su propia historia de gratitud. Con el objetivo de testificar, quisiera contarte una intimidad de nuestro hogar… cada día que nos acercamos como familia al Señor, vamos enumerando a título individual todas las bendiciones por las que estamos agradecidos, suele iniciar mi esposo y culminar mi hija… y pasamos momentos tan maravillosos en la presencia de nuestro Padre solo agradeciendo, recordando, testificando hasta dónde nos ha traído Dios.
Él ha sido más que bueno con nosotros, y seguramente también contigo. En la medida que haces del agradecimiento una forma de vida, en esa misma medida vas abriendo tu perspectiva a todos los milagros que ocurren a tu alrededor y se va construyendo un testimonio más poderoso.
El salmista dice en el
Salmo 100:4 (NTV) “Entren por sus puertas con acción de gracias; vayan a sus atrios con alabanza. Denle gracias y alaben su nombre”.
Interesante que dice “acción” de gracias, lo que me lleva a considerar que no solamente son dichos, sino acciones que demuestran lo agradecidos que estamos con nuestro Amado.
Cultivemos un corazón agradecido y llevemos esta gratitud más allá de noviembre, tejiéndola en nuestras vidas diarias en la presencia de Dios.
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